No sé si os habéis
preguntado cómo pasaba la cuarentena un emperador romano. Cuenta Herodiano que
Cómodo, el malo de Gladiator, se marchó a su segunda residencia en Laurento
mientras el pueblo, hacinado en una ciudad superpoblada, se entregaba a los
remedios naturales, que, como era de esperar, no funcionaban. Sobre la
naturaleza de la Peste Antonina existen diversas teorías, pero la más aceptada
consiste en que se tratase de un tipo de viruela especialmente virulento.
"Ocurrió por aquel tiempo que una
peste invadió Italia; pero la enfermedad fue más virulenta en Roma porque,
además de tener de por sí una enorme población, recibía inmigrantes de todas
partes. La consecuencia fue una gran mortandad de hombres y de bestias de
carga. Entonces Cómodo, por consejo de algunos médicos, se retiró a Laurento,
pues, al ser un lugar más fresco y cubierto por inmensos lauredales (de donde
proviene el nombre del lugar, pensaban que era un sitio seguro, tenía fama de
ofrecer resistencia a la contaminación, que se transmitía por el aire, a causa
de los olorosos efluvios de los laureles y de la agradable sombra de los
árboles. Y también los habitantes de la ciudad, siguiendo la prescripción de
los médicos, saturaban sus narices y oídos con inhalaciones de esencias muy
perfumadas y constantemente hacían uso de hierbas aromáticas y de incienso
porque les decían que, si el buen olor ocupaba primero los conductos de los
sentidos, impediría que aspiraran el aire contaminado, o, en el caso de que la
infección lograra introducirse, la destruiría por su mayor potencia. Pero, a
pesar de todo, la enfermedad fue a más y sobrevino una gran mortandad de
hombres y de todos los animales que habitan con los hombres".
(Herodiano
I 12, trad. J. J. Torres, Gredos).