Aníbal penetró en la Galia, piensa que,
tras franquear los Pirineos a través de la actual comarca de la Cerdaña y
establecer su campamento cerca de la ciudad de Illibéris —la actual Elne,
próxima a Perpiñán—, siguió avanzando sin problemas hasta llegar al Ródano,
donde apareció en septiembre antes de que los romanos pudieran impedirle el
paso a la cabeza de 38.000 infantes, 8.000 caballeros y 37 elefantes de guerra.
Tras evitar las poblaciones locales, que
trataron de detener su avance, Aníbal se vio obligado a escapar de una compañía
romana que venía desde la costa mediterránea remontando el Valle del Ródano
(Francia). El hecho de que los romanos vinieran de conquistar la Galia
Cisalpina dio esperanzas a Aníbal de que sería capaz de encontrar aliados entre
los galos del norte de Italia.
Travesía de los Alpes.
El itinerario emprendido por Aníbal ha sido
objeto de diversas polémicas. En octubre del 218 a. C., los Alpes podían ser
franqueados por el puerto del Pequeño San Bernardo,20 por el de Mont Cenis o
también por el de Montgenèvre. Ciertos autores defienden que Aníbal atravesó
el Puerto de Clapier o, más al sur, el Puerto de Larche.
Los datos facilitados por Polibio y Tito
Livio son muy imprecisos. Además, no existen restos arqueológicos que
proporcionen alguna prueba irrefutable de la ruta de Aníbal. Todas las
hipótesis formuladas por expertos y también por autores de gran imaginación,
están basadas en los textos de Polibio y Tito Livio.
Una de las opiniones más aceptadas es la
que localiza el puerto de montaña que franqueó Aníbal junto a la Llanura
Padana. Sin duda, Aníbal alentaría a sus hambrientos y desmoralizados soldados
con la perspectiva de encontrarse pronto con el Po. En los Alpes
Septentrionales, Montgenèvre y Gran San Bernardo, solo el Puerto de
Savine-Coche y el Puerto de Larche avalan esta opinión. No obstante, los
partidarios del paso por el puerto del Pequeño San Bernardo cuestionan el
sentido de este pasaje de Polibio:
Los soldados, consternados por el recuerdo
del dolor que habían sufrido, y sin saber a qué deberían enfrentarse cuando
siguieran avanzando, parecieron perder el coraje. Aníbal los reunió, y, como
desde la cima de los Alpes, que parecían ser la entrada a la ciudadela de
Italia, se divisaban las vastas llanuras que regaba el Po con sus aguas, Aníbal
se sirvió de este bello espectáculo, único recurso que le quedaba, para quitar
el miedo a los soldados. Al mismo tiempo, les señaló con el dedo el punto donde
estaba situada Roma, y les recordó que gozaban de la buena voluntad de los
pueblos que habitaban el país que tenían ante sus ojos.
Este episodio ha sido representado en
numerosos cuadros y dibujos, uno de ellos de Francisco de Goya. Los partidarios
del Pequeño San Bernardo afirman que las nieblas que se elevan a menudo en la
llanura del Po impiden verla. Sin embargo, esta planicie ha sido vista y
fotografiada numerosas veces. Figura un ejemplo en el sitio de Patrick Hunt,
profesor de arqueología de la Universidad de Stanford, consagrado a la búsqueda
del puerto por el que Aníbal habría pasado a Italia. Considera que el puerto de
Clapier es el único que concuerda perfectamente con los textos antiguos.
Polibio proporciona otro dato muy importante: Aníbal llegó a Italia con el
ejército citado antes, acampó a los pies de los Alpes, para que descansaran sus
tropas [...] procuró, en primer lugar, contratar a los pueblos del territorio
de Turín, pueblos situados al pie de los Alpes.
En los Alpes Septentrionales, solo el
puerto de Clapier satisfaría estas dos condiciones: vista sobre la planicie del
Po y de la población de los turineses. Desde que el coronel Perrin lo afirmó en
1883, numerosos autores se sumaron a esta tesis. La única excepción notable es
la tesis de Sir Gavin de Beer (publicada en 1955), la cual propone el puerto de
la Traversette en los Alpes meridionales, cerca del Monte Viso (Alpes Cocios).
La ruta no atravesaba el territorio de los alóbroges y su hipótesis ha sido
discutida con vehemencia, pero es aceptada en Inglaterra y cuenta en su favor
con el descubrimiento, en 2016, de copiosos restos de antiguos excrementos con
una gran cantidad de bacterias Clostridia, asociadas con el estiércol de
caballo, signos de gusanos parasitarios de los equinos y la evidencia de que el
suelo había sido intensamente pisoteado por lo que podría haber sido un gran
número de caballos en torno a un abrevadero natural.
Fuera cual fuese el paso elegido, la
travesía de los Alpes ha sido la opción táctica más destacada en la Antigüedad.
Aníbal logró atravesar las montañas a pesar de los obstáculos que planteaban el
clima, el terreno, los ataques de las poblaciones locales, y la dificultad de
dirigir a un ejército compuesto por soldados de distintas etnias y que hablaban
en diversas lenguas.
Otra razón que hace su travesía importante
es estratégica. Roma era una potencia continental y Cartago una potencia
marítima. Parecía obvio que la flota cartaginesa podría atacar y desembarcar
hombres en cualquier punto del sur de la península itálica o Sicilia, teniendo
recursos suficientes para evitar buscar un cruce por los Alpes. Sin embargo,
Aníbal atacó por tierra en abierto desafío y sorpresa para las tropas romanas.
Su repentina aparición en el valle del Po después de la travesía de la Galia y
el paso de los Alpes le permitió romper la forzada paz de alguna de las tribus
locales con Roma, antes de que esta pudiera reaccionar contra la rebelión. La
difícil marcha de Aníbal le condujo a territorio romano y a oponerse a las
tentativas de sus enemigos de resolver el conflicto en territorio extranjero.
En la imagen: Aníbal Barca cruzando los
Alpes (Por Andrew Howat)
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