"Pertinax fue un hombre muy modesto y sobrio, que huyó de
toda exaltación y despreció las demostraciones de poder".
No hizo
partícipes a sus familiares de los títulos y dignidades imperiales y con el
tiempo fue recordado como un emperador "amable" al que el pueblo
adoró.
Maquiavelo
lo describió como amante de la justicia, enemigo de la crueldad, compasivo y
benevolente y, aunque todos estos atributos parecen virtuosos, fueron los
mismos atributos que le condenaron. "Fue hecho emperador en contra de la
voluntad de sus soldados, quienes, habituados a vivir de manera licenciosa bajo
Cómodo, no pudieron soportar esa vida honesta a la que aquél los quería
reducir", escribió el autor de El príncipe.
Pertinax era el JFK de la Antigua Roma; llegó al poder con grandes esperanzas en sus hombros para revitalizar el Imperio.
Pero, al igual que Kennedy, no tuvo tiempo para hacerlo.
Pertinax era el JFK de la Antigua Roma; llegó al poder con grandes esperanzas en sus hombros para revitalizar el Imperio.
Pero, al igual que Kennedy, no tuvo tiempo para hacerlo.
Así, un
28 de marzo de 193, tras apenas 86 días como emperador del Imperio romano, un
grupo de 300 pretorianos se dirigió al palacio de Pertinax. A este se le había
aconsejado que escapara, pero su honradez y valentía le llevó a reunirse con
los sublevados y razonar con ellos. Sin embargo, no hubo suerte y el emperador
fue asesinado.
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